En el universo de la alta dirección, es común que muchos CEOs (o quienes sean la máxima instancia de conducción) se encuentren inmersos en la frustración, experimentando ansiedad, tristeza, agobio y otras sensaciones que trascienden lo cotidiano de su rol.
Eso los lleva, en muchos casos, a refugiarse en zonas de confort complacientes, o “atrincherarse” en la tarea táctica para evitar el compromiso politico y estratégico que exige el acto de gobernar.
Resulta crucial entonces, reflexionar sobre el carácter a través del análisis y la dedicación sobre como convivir con la complejidad, generar confianza, practicar la compasión y el cuidado, adquirir coraje, adoptar el pensamiento crítico y fomentar la comunicación, actitudes clave de quienes dirigen, tal como lo propone la teoría de Manfred Kets de Vries.
Es determinante considerar que desde el pensamiento crítico y sistémico, el CEO (o esa máxima instancia) debe abrirse a las percepciones del mundo que le permitan construir su propia visión, a partir de la cual debe decidir y actuar. Porque sin acción efectiva nada de lo que queramos que suceda va a suceder.
En ese escenario, el miedo es un obstáculo insuperable, que con frecuencia nos impide alcanzar nuestro potencial máximo. Miedo al fracaso, a perder poder, patrimonio, expectativas. Para superar la parálisis que genera el miedo, es esencial construir una sólida base de confianza en si mismo, eligiendo una “mesa chica” que cubra un espacio de reflexión y crecimiento, equilibrando las emociones que obstruyen los grados de libertad mental.
Esa “mesa chica” o circulo de confianza debe ser un grupo critico con propuestas, cuyo desafío intelectual sea el motor del desarrollo personal de quien gobierna la organización.
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